He encontrado un pequeño artículo en el sitio web joaquin-rodrigo.com sobre la historia de su famoso Concierto de Aranjuez.
En Septiembre de 1938, pasaba yo por San Sebastián camino de Francia. (...) El Marqués de Bolarque nos reunió a comer a Regino Sainz de la Maza y a mí. Se comió bien, y no se bebió mal; el momento era propicio a las fantasías y audacias. (...) De pronto, Regino, con ese tono entre voluble y resuelto que tan bien le caracteriza, dijo:
-Hombre, has de volver con un concierto para guitarra y orquesta- Para enternecerme, añadió con voz patética: -es la ilusión de mi vida- y, para hacerme, como ahora se dice, la pelotilla, continuó: -Eres el llamado a hacerlo, algo así como 'el elegido'.
| Apuré dos vasos seguidos del mejor Rioja, y exclamé con el tono más convencido del mundo: -¡Hombre, eso está hecho!. La escena se me ha quedado muy grabada, porque aquella noche constituyó un grato recuerdo en mi vida, y un momento de sosiego en aquellas (horas) nada tranquilas para España y amenazadoras para Europa. Recuerdo también -no sé por qué, todo lo referente al Concierto de Aranjuez se me ha quedado grabado en la memoria-, que una mañana, dos meses después, hallándome de pie en mi pequeño estudio de la Rue Saint-Jacques, en el corazón del barrio latino de París, y pensando vagamente en el Concierto, pues yo me había encariñado con la idea a fuerza de juzgarla difícil, oí cantar dentro de mí el tema completo del 'Adagio' de un tirón, sin vacilaciones, y... en seguida, sin apenas transición, el del tercer tiempo. Rápidamente me di cuenta de que la obra estaba hecha. Nuestra intuición no nos engaña en esto... Si al Adagio y al Allegro final me condujo algo así como la inspiración, esa fuerza irresistible y sobrenatural, llegué al primer tiempo por la reflexión, el cálculo y la voluntad. Fue el último tiempo de los tres; terminé la obra por donde debí haberla empezado. |