De la exposición sobre "las emociones en la disciplina positiva", quiero destacar que el conocimiento de las mismas nos van a permitir tener un mayor control y seguridad de nuestro trabajo en el aula.
Conocer sus emociones, así como nuestras propias emociones diarias, nos permitirán avanzar en una comprensión del alumnado, y así reforzar los aspectos positivos que detectemos o corregir otros aspectos.
En febrero, hablaremos de la posibilidad de realizar "un semáforo emocional" en alguna de los grupos en las que impartimos clase.
En la segunda exposición sobre "disciplina positiva", me pareció fundamental la reflexión sobre qué son las relaciones igualitarias en el aula.
Un reto que quizá tengamos sea aclarar el concepto "cogestión", aplicado al proceso de enseñanza-aprendizaje, en el que la colaboración entre el profesorado y el alumnado permitiría avanzar en la convivencia y alcanzar mejores rendimientos académicos.
Por último, comparto plenamente la necesidad de involucrar al alumnado en todo el proceso, y de esta forma, convertirlos en sujetos activos y responsables del mismo.