He de reconocer que mi primer acercamiento al término Inteligencia Emocional ha sido al leer este artículo.

Y me ha parecido muy curioso y cercano a lo que yo llamaría Madurez Emocional. El modo en que una persona, sea adolescente o adulta, gestione sus sentimientos va a determinar su modo de actuar y por tanto el final de esta acción.

Si bien es cierto que en nuestras escuelas actuales se ha erradicado el menosprecio del alumnado, es cierto también que carecemos de unas directrices adecuadas para guiar al alumnado en su inteligencia emocional. Las acciones que a modo particular llevamos a cabo, vienen determinadas por nuestra experiencia y por lo mucho que nos importa nuestro alumnado. 

Partimos de la premisa de que todos somos diferentes, y los adolescentes, como futuros adultos, presentan sus variaciones intrínsecas (su actitud, su carácter etc) y unas circunstancias propias que algunas veces son extremadamente duras.

Si bien sobre su situación familiar poco podemos hacer (se puede acudir a la escuela de familias como programas para implicar a las familias en el proceso de aprendizaje de sus hijos tanto intelectual como emocional), si podemos "guiar" a estos adolescentes en su convivencia diaria en el centro. Y aunque ésto lo hacemos a diario

Pero cada uno, debido a las diferencias que existen entre ellos, presentará mayor o menor habilidad para desarrollar su inteligencia emocional, es decir, algunos lo realizarán de forma casi innata en pocos años, y otros pasarán a ser adultos sin lograr este equilibrio.

Como dice en el artículo, personas con mayor I.E. presentan menor estress, mayor rendimiento académico y en rasgos generales mayor integración social que aquellos que presentan menor I.E. 

(

Diferentes pero con igualdad de oportunidades.

"Aprovechar" lo mejor de cada uno.

Educar y guiar al alumnado en inteligencia emocional