Aunque al principio este tipo de problemas matemáticos a los alumnos les parecía extraño, poco a poco han ido entendiendo que solucionar un problema matemático no es solamente hacer unas operaciones y ya está. Sino, que a veces podemos encontrarnos con problemas en los que tenemos las operaciones hechas con su la solución y nos falta el enunciado del problema, el cual tenemos que inventarlo nosotros. Este tipo de actividad permite al alumnado moverse en varios sentidos para alcanzar la resolución del problema y no solamente en uno (desde el enunciado a la solución). Esta actividad ha despertado un gran interés en el grupo, exigiéndome que cada día les presente un tipo de problema diferente. Hay varios alumnos que me dicen que esta forma de solucionar problemas parecen juegos. Y si jugar es lo que más le gusta a un niño, creo que vamos por un buen camino.

La actividad ha sido muy motivante para los chicos, sobre todo cuando el énfasis estaba en cualquier cosa menos en llegar a un cálculo tradicional.
La mayoría se han desarrollado de manera escrita, con el fin de que sirvan en nuestros materiales de ejemplos para continuar trabajando.
Algunos eran difícil de resolver, otros con pautas y ayuda menos, pero todos han tenido un mismo desenlace, la motivación y la ilusión del grupo.
Por petición del grupo aula y por lo bien que resultaron, seguiremos en ello.

Este método muestra a los alumnos que los problemas son algo real, cercano a situaciones de su día a día, y no son una serie de datos sacados de un libro. En un principio, ellos no se veían capaces de encontrar solución a este tipo de problemas, pero hemos conseguido que, al final, se den cuenta de que incluso en algunos casos es algo fácil.
Además con esta forma de trabajar conseguimos abrir sus mentes, se trabaja la creatividad y la imaginación, Ha ayudado mucho el trabajo en parejas y equipos.

Han acabado disfrutando al ver que son capaces de realizar estos logros.