Una didáctica de la oralidad supone favorecer la comunicación oral de los alumnos entre sí y con el profesor. Esto implica enseñar los procedimientos para poder desempeñarse eficazmente en forma oral. Así, por ejemplo, enseñar que un diálogo es un tipo de intercambio menos pautado que un debate en el cual se deberán respetar los turnos para intervenir y el tema del cual se habla. Enseñar a elegir el discurso apropiado según el objetivo que se hayan propuesto y acorde con la situación comunicativa. Uno de los procedimientos más importantes que los alumnos deberían adquirir es la capacidad de modificar su discurso en función de las circunstancias contextuales en que éste se produce. Esto implica conocer qué se debe decir, a quién, dónde, cuándo, cómo y para qué se quiere decir ( adquiere así la competencia linguistica).