Los dos artículos que he analizado han sido los siguientes: ¿EDUCAR LA MIRADA: Reflexiones sobre una experiencia de formación audiovisual y formación docente¿ y ¿MEDIOS AUDIOVISUALES Y ACOSO ESCOLAR: Buenas prácticas para la prevención y promoción de la convivencia¿.

Se trata de dos experiencias interesantes: la primera llevada a cabo por FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) en Buenos Aires (Argentina) y la segunda por dos profesoras de las Universidades de la Rioja y de Murcia en la comunidad autónoma de la Rioja. Ambos estudios presentan muchas referencias bibliográficas con comentarios interesantes de diferentes autores en torno a la gran influencia de lo audiovisual en nuestros días. Todos podemos pensar que la situación de una barriada marginal de Buenos Aires en el siglo XXI, a pesar de la globalización, es bastante diferente de la de una ciudad española como Logroño. No obstante, a pesar de los contextos tan diferentes en los que se enmarcan ambos artículos, podemos hacer reflexiones y sacar conclusiones extrapolables, en buena medida, a las escuelas e institutos de casi cualquier parte del mundo. Yo he destacado los siguientes aspectos:

5. Es fundamental que concedamos cada vez más importancia a todo lo que tiene que ver con lo audiovisual. En el artículo ¿Educar la mirada¿ se dice: ¿Los menores a quienes nuestro ciclo documental está orientado habrán recibido, cuando terminen la escuela primaria, unas 11000 horas de formación escolar, mientras que habrán pasado en promedio 15000 horas frente a la pantalla televisiva¿. La misma reflexión podemos hacer en relación con los videojuegos, internet, redes sociales,¿ Ante esta proliferación de imágenes nos surgen muchos interrogantes: ¿hay que tolerarlo todo? ¿Cómo establecemos una noción común sobre lo bueno y lo justo? ¿es suficiente con ver para saber? ¿No hay que pensar en otras relaciones entre el ver y el saber? Respecto a lo que nos toca como profesores (y padres, los que también lo seamos), en mi opinión, hemos de mantenernos (la formación continua es esencial) al día: debemos conocer las grandes posibilidades y ventajas de las nuevas tecnologías para integrarlas eficazmente en nuestra práctica docente (o disfrutarlas y aprovecharlas con nuestros hijos) al tiempo que debemos alertar, orientar y controlar para evitar un mal uso, una adicción u otros problemas derivados de los peligros que también entrañan las nuevas realidades audiovisuales. Citando también el primer artículo: ¿las imágenes no deberían ser un recurso para enseñar lo mismo de siempre, sino que habría que considerarlas como un objeto y como condición de nuestra existencia, como artefactos que nos atraviesan como personas y como ciudadanos, y que atraviesan y configuran nuestras formas de saber¿

5. La experiencia ¿Iguales pero diferentes¿ desarrollada en Argentina para formar docentes que sepan educar la mirada de sus alumnos insiste en que el desafío actual es tanto enseñar otra forma de ser espectadores (lo que se llama la alfabetización mediática) como producir materiales audiovisuales que estimulen y desarrollen esta capacidad. Mi experiencia como profesor de instituto me dice que la incorporación de contenidos audiovisuales y la profundización sobre los mismos ayudan mucho a motivar, a mejorar el aprendizaje y a hacer madurar a nuestros alumnos. El problema, en muchos casos, es encontrar materiales de calidad que nos sirvan de base para adaptarlos a la realidad de nuestras aulas. Precisamente la propuesta de nuestro grupo de trabajo va en esta línea: prestarnos apoyo mutuo para incorporar a nuestra práctica docente, de una manera más completa, el cine, la televisión o  los vídeos que ¿consumimos¿ de youtube o circulan por las redes sociales.

5. Me parecen muy interesantes las claves aportadas por Susan Sontag (se citan, en el primero de los artículos) en torno a la justicia de las imágenes representadas y la responsabilidad de la mirada.  ¿Qué es una ¿mirada justa¿? ¿En qué medida las formas de representación hacen justicia a la experiencia de los otros? Sontag dice que la saturación de imágenes impactantes sin un curso de acción nos produce una especie de anestesia, de apatía, pero que ese sentimiento no es nada ¿frío¿ sino que es muy ¿caliente¿, está lleno de frustración y de conmoción. Por eso ella insiste en trabajar en tres niveles: el del conocimiento (entender por qué sucedió lo que sucedió, ponerle nombre, identificar responsabilidades), el de la emoción (poder sentirnos conmovidos por la imagen, sentir que hay un plano humano que universaliza ese dolor y lo hace también propio, aunque sea de otro y nunca lleguemos del todo a saber qué siente el otro), y el de la acción (la posibilidad de hacer algo para repararlo). Tenemos  que intervenir, introduciendo preguntas éticas y políticas sobre las situaciones que planteemos a nuestros alumnos (discriminación, guerra, explotación, conflictos personales,¿). Han de ser preguntas que nos permitan enfocar estas situaciones desde la perspectiva de la justicia, los derechos, la igualdad y la libertad de las personas. Las imágenes tienen una enorme potencialidad en esta vía si sabemos trabajarlas desde el conocimiento, la emoción y la acción, para renovar el compromiso ético y político con una sociedad más democrática y más justa, y también más plural, que valore el aporte original que cada uno quiera hacerle.

5. El segundo de los artículos analiza el grado de exposición y los hábitos de uso de los medios audiovisuales entre los alumnos así como si éstos  influyen en su comportamiento dentro de la escuela. Pretende averiguar qué opina la comunidad educativa respecto a la influencia que pueden tener estos medios y otros contextos sociales en el desencadenamiento de acoso escolar. El estudio se ha realizado en la Rioja sobre una muestra de 348 estudiantes de 12-16 años y ha contado también con 4 grupos de discusión de padres y alumnos y entrevistas semiestructuradas a 30 profesores. La principal conclusión que se deriva del estudio es doble:

                - La comunidad educativa opina que el mal uso de los medios audiovisuales  es el principal contexto propiciador del comportamiento violento de los alumnos en la escuela, y especialmente entre los más jóvenes

                - Por el contrario, el uso correcto y pedagógico de los mismos, principalmente entre las familias, actuaría como estrategia educativa principal para prevenir el acoso escolar, fomentando la convivencia, tanto en los centros educativos como en el entorno familiar y social más amplio.

                Desde mi punto de vista, en el artículo se hacen reflexiones bastante interesantes en torno al tema del bullying, el uso inadecuado de internet, la televisión y  los videojuegos, el papel de la escuela,¿ No obstante, el problema persiste o, peor aún, en muchos casos, se agrava. ¿Qué hacemos mal? Creo que todos (o casi todos) sabemos lo que pasa y qué deberíamos hacer pero, sencillamente, no lo hacemos. Pongo solo un ejemplo que creo que es bastante significativo. Los expertos no dejan de decirnos que se retrase, mínimo hasta los 14 años, el que los niños dispongan de un móvil propio, con acceso a internet y demás. La realidad: una mayoría creciente, desde los 9, 10 u 11 años, utiliza su móvil propio, con acceso ilimitado a contenidos inadecuados para su edad y sin apenas control en el horario de uso. Las consecuencias ya las sabemos: bajada en el rendimiento escolar, peor comportamiento, más violencia,¿ En los grupos de discusión de alumnos de esta investigación, la mayoría está de acuerdo en que los medios audiovisuales, principalmente la televisión, los videojuegos e Internet, influyen de forma significativa en su mal comportamiento. Sin embargo, al igual que los profesores, también piensan que, si los padres ejercieran una supervisión de los mismos, estos medios no influirían tan negativamente. Los padres también lo creen así según el estudio, pero reconocen no actuar en consecuencia ¿Vamos a hacer algo? La educación también es poner límites y decir ¿no¿ cuando es necesario.

                En el estudio, tanto alumnos como padres y profesores opinan que la escuela tiene una responsabilidad menor en el mal comportamiento de los alumnos en general y, en particular, en los casos de acoso. Puedo estar de acuerdo pero, desgraciadamente, en nuestra sociedad, nos toca a los docentes hacer algo más. No basta con decir que la familia tiene el protagonismo en la educación de los hijos o que los medios de comunicación tienen que comprometerse más con la educación. Aunque sea cierto no podemos estar echando siempre balones fuera. Como se argumenta en el artículo, la solución radica en establecer un diálogo razonable entre escuela y familia, para que la primera oriente, motive y/o enseñe a padres y alumnos a enfrentarse a estos medios con actitud reflexiva y crítica. Aunque no sea lo ideal o lo lógico, hemos de poner más energías que nunca en normas u ocupar espacios que la familia ha descuidado. Por ejemplo, hemos de seguir vigilantes en prohibir el móvil en horario escolar (dando ejemplo y  aprovechando para educar en un buen uso del mismo siempre que se presente la oportunidad) o tomarnos en serio la incorporación de los medios audiovisuales a nuestra práctica docente para fomentar una conciencia crítica y participativa.