Buenos días a todos,

Quería relataros mi experiencia con mi nuevo alumnado poniendo en funcionamiento algunas de las técnicas de nuestro Leónides. Para empezar tengo un alumnado difícil, compensatoria o no, son chavales que están cansandos de partes, castigos, reproches y a pesar de que continuamente los reciben, su comportamiento no mejora. Mi actitud con ellos empezó mal, pues no fui bien recibida, mi titular era buena psicóloga y la respetaban, por lo que estaban enfadados porque ella ya no estaba. Así que ademas de "lidiar" con ellos en la clase para simplemente que saquen los materiales, me tenía que ganar la confianza desde ya pues se avecinaban muuuuchos partes. Mi paciencia se puso en marcha, les he tratado con todo el respeto del mundo, incluso para ponerles  algún parte, siempre ha sido con toda la delicadeza y educación que he podido, les saludo cariñosamente en el patio a pesar de lo que haya ocurrido en la clase, les permito privilegios si me trabajan en clase un ratito, les escucho cuando tienen ganas de hablar, sólo cuando ellos quieren e intento mantenerme firme a la hora de enseñarles aunque sea un poco de la lengua de Shakespeare. El resultado es que ya uno de los alumnos me ha prometido seriamente (ya veremos) que va a trabajar a partir de ahora, no me nombran tanto a la otra profesora, otro alumno se ha sincerado conmigo pues tiene problemas personales y otro gran número se comportan en clase y me dejan dar clase aunque ellos no estén interesados en la misma. Esto es sólo un pasito de lo que me gustaría avanzar, tengo que recopilar los apuntes de las sesiones de nuestro curso y utilizar  técnicas en concreto, aunque por desgracia ya tengo poco tiempo para emplear todas las ideas. 

Gracias por la oportunidad que me dio este curso y los consejos de mis compañeros, gracias a todos porque eso me hace sentir mejor persona y por supuesto mejor docente.

Inés Vergara

Siempre tuve claro que quería dedicarme a la enseñanza pero mis ambiciones iban más allá y deseaba conseguir un ambiente tranquilo y de confianza con el alumnado, lejos de encorsetamientos y etiquetas ya preconcebidas sobre la figura del profesor y del alumno. Estaba superconvencida de que no se me llamaría Doña Inés, pues eso alejaría a los chavales de mí.

Después de mi experiencia sé que esto es posible con casi todos los grupos y no hay primer día de curso que no empiece con un "siempre estaré disponible para cualquier problema que tengáis si no podéis acudir a un familiar, no dudéis en venír a mi".  Este curso me está enseñando a afianzar ese vínculo afectivo necesario para que exista un ambiente positivo para el aprendizaje y también a  experimentar en mí misma otras muchas emociones propias de los alumnos. 

Tengo que admitir que aunque a veces me he sentido algo avergonzada por nuestras activiades grupales, estoy disfrutando mucho del curso y me está dando que pensar y plantearme nuevas cuestiones, algo que es fundamental para mí.