Spring is coming!! Podríamos decir, y con ella, ni más, ni menos, que la prueba de fuego para el trabajo realizado a lo largo de estos meses, pues se nos viene encima el día del estreno de la función. Es curioso comprobar como después de la ilusión inical que acompaña el comienzo del proyecto, la selección del texto, los priomeros ensayos,... aparece el cansancio y, con éste, la abulia y el aburriemiento de los participantes, no de todos, bien es cierto, pero sí el de alguno de los componentes del grupo. Luichar contra ese creciente desinterés, en forma de deslucidas protestas del tipo: "¿Vamos a repetirlo otra vez?", es quizá lo más difícil de estos proyectos en los que se trata de ofrecer un producto a un público y de asumir esa responsabilidad.

El teatro posee, frente a otras disciplinas creativas, una considerable dosis de verdad, de sinceridad, y de enfretamiento directo con una experiencia que, si no se esta debidamente preparado, puede ser muy desagradable y frustrante. Es imprescindible, por consiguiente, insistir en la repetición, en el ensayo, como la única forma de aprendizaje. Es en el ensayo donde se cosntruye, se trabaja en el y con el grupo, es en donde se reflexiona el texto, donde este cobra el valor necesario, y es en estas repeticones en donde se recrea el texto una y otra vez, al igual que el músico repite una y otra vez las notas y los acordes que tiene que aprender antes de interpretar. La ridicula noción de que la creatividad nace de la espontaneidad, una vez suporado el dadaísmo y el subrrealísmo, surge de una ignorancia absoluta de los procesos artísticos, y ahí radica un error garrafal, porque la belleza del acto creativo está en esos procesos, sobre todo en las artes de la escena, pues es allí donde el intérprete se encuentra investigando y luchando por su interpretación, cosa que puede ocurrir, o no, el día de la puesta en escena ante el público. Esto es, que si bien es muy importante el alcanzar la meta, el camino hacia la meta no lo es menos, y esto es algo que, en la cultura obsesionada por la cosificación que preside el mundo actual, no está muy presente. Hacer teatro exige disciplina, trabajo individual y trabajo en equipo, respeto por el trabajo de los demás y un acendrado sentido de la responsabilidad personal y colectiva. Nosotros hemos tratado de trabajar en este sentido con nuestro alumnado, y es, quizá, en estos últimos días, en donde se plantea de manera más clara, hasta que punto hemos alcanzado ese objetivo de transmitir que el trabajo del teatro es, sobre todo, conceincia de trabajar en equipo y conciencia de la responsabilidad que se deriva de nuestros actos.

Ahora, cuando descubren su vestuario, la escenografía, etc.., es cuando se suelen despabilar los egos, y es uno de los momentos en los que se enfentan al hecho de que forman parte de una propuesta escénica, realizada con mayor o menor solvencia, en la que su individualidad tiene una importancia limitada. En fin, dentro de tres semanas se enfrentarán a una experiencia intensa y única, esperemos que les resulte feliz y satisfactoria. 

Nieves Povedano y Jesús Barbero