Esa sesión empezó con un ejercicio que, en pocos minutos, dejó caer nuestras barreras, nos hizo sentirnos relajados y en sintonía con los compañeros y compañeras. Me di cuenta cómo reacciona el cuerpo ante la proximidad física cuando está calmado y confía en los demás, ¡aún con los ojos cerrados!
Éste ambiente nos acompañó toda la tarde.
Continuamos con un vídeo que nos llevó a pensar, en pequeños grupos, sobre los juicios internos que emitimos continuamente hacia nosotros mismos, como suelen ser desvalorizadores y nos construyen una pobre autoimagen. También sobre el poder de la compasión, la aceptación y, el cariño y apoyo hacia nosotros mismos como base para una autoimagen positiva y ajustada. También hablamos de cómo esa mirada es la misma con la que miramos y nos relacionamos con el mundo y sobre la imposibilidad de cambiar la segunda sin alterar la primera.
Este ejercicio dio paso a escribir lo que más nos gusta de nosotros mismos, comprobando lo difícil que nos resultaba o que lo que nos gustaba estaba basado en lo que otros veían valioso en nosotros.
En las semanas posteriores he observado los juicios que hago hacia mi misma a diario, intentando compesarlos con frases positivas en las reconozco mi valía, tartando de darme el apoyo, cariño y seguridad que mis compañeros y comñaras me hicieron sentir en el pasillo de los mensajes positivos. Espero ser capaz de hacer sentir algo parecido al alumando de clase.