Hola. He realizado las tres primeras prácticas con alumnado de los grupos de 1º ESO A y B. El grupo B, en general, se ha mostrado más receptivo, como suele pasar con todas las actividades que planteo, pero la experiencia creo que ha sido positiva en ambos grupos.
Con la primera práctica se dedicaron a contar el ritmo de su respiración durante un minuto, cronometrado por mí. Algo que repitieron al final de los tres ejercicios, para ver si había disminuido ese ritmo. El resultado fue dispar, aunque los alumnos más responsables afirmaron que habían contado menos respiraciones la segunda vez.
La segunda práctica, consistente en un ejercicio de rotación de hombros, sirvió para relajar un poco a los estudiantes. Algunos estaban especialmente tensos, como palos. Me fui acercando por detrás, uno por uno, desbloqueando las articulaciones de los hombros. Creo que ese simple contacto físico, en el que comprendieron que el profesor estaba allí para ayudarles, más allá de programas y calificaciones, sirvió para que la clase estuviera más concentrada el resto de la sesión. Con excepciones puntuales, claro.
La tercera práctica, de elevación de brazos, les desconcertó un poco, posiblemente porque perdían el contacto ocular con sus compañeros, al mirar hacia arriba, y les daba como un poco de pudor. Hay que tener en cuenta que imparto la asignatura de Educación Plástica en un aula donde el alumnado se dispone en forma de U, mirándose entre ellos. Quizá la posibilidad de sentirse observados les hizo perder la necesaria relajación.
En conclusión, una primera experiencia que puede ser el inicio de una nueva forma de empezar las clases.