Hace unas semanas mis alumnas/os y yo hablábamos apasionadamente sobre algunas emociones, identificándolas previamente con ayuda de juegos y estrategias que hemos ido incorporando poco a poco. Les propuse que eligiesen entre todas y todos cuatro emociones "importantes". Al principio discutieron acaloradamente sobre ello hasta que poco a poco fueron organizando su "discurso", tratando de exponer sus argumentos y haciendo un esfuerzo inusual en ellos/as por escuchar al otro/a. Finalmente se decantaron por : miedo, tristeza, admiración/amor y enfado. Me llamó especial atención que eligieran una emoción más compleja y menos básica que las otras (admiración) que además la imbricaran con el concepto de amor, como si asumieran que ambas cosas van unidad. Les pedí que a continuación eligieran una de esas cuatro emociones y se agruparan así en equipos diferentes. Hicimos especial hincapie en reunirnos libremente en función a nuestra elección personal y no en base a lo que eligiesen "sus amigos". Eligieron un lugar del aula para expresar dichas emociones, les di libertad total: podían tumbarse en el suelo, sentarse en una mesa, apoyarse en la pared e incluso salir al aire libre. Entonces sucedió algo. Comenzaron a discutir por los recursos materiales, todos/as querían la misma cesta de colores, o la misma caja de acuarelas. Entonces les pedí que pensaran qué querían elaborar y qué materiales podían utilizar para expresarse mejor. Fueron conscientes de que no necesitaban todo el material para su equipo y que podían repartir mejor si se organizaban entre ellos/as y cada uno/a tenía una función en el proceso creativo. Un grupo reflejó el enfado con lluvia de color oscuro y además añadieron en su explicación que todas ess gotitas eran monstruos que a veces crecían antes de llegar al suelo. Colocaron una nube muy debajo de las otras nubes para decir que podía ser una nube/barco que ayudaría a los pájaros asustados.Utilizaron acuarelas y papel de seda a trocitos. Otro equipo representó la admiración/amor sobre una cartulina roja, la cartulina se dividía en dos partes desiguales con una tiza blanca, dijeron que en un lado estaban los besitos, los abrazos representados con corazones y en el otro lado había corazones y rayas porque a veces querían estar con su mamá y no podían. Utilizaron tizas, rotuladores y añadieron finalmente recortes de revistas. El tercer equipo representó el miedo dibujando sobre cartón marrón un bosque con números escondidos que se habían perdido para siempre. Este grupo recogió palitos del patio y los pegó como pudo sobre el cartón tras dibujar un bosque con números del revés. El cuarto grupo no cogió material. Decidieron utilizar una postura de yoga que a veces hacemos en el aula para reflejar la tristeza en la que quedan recogidos hacia dentro, me contaron que había que hacer eso en completo silencio. Fue su bonita manera de "hablarnos de la tristeza". El resultado final no me importó especialmente. Lo que sí nos gustó fue el proceso que vivimos juntos/as, hablando de todos estos conceptos, tratando de acordar cómo organizarse y qué decir a los demás. Anoté sus impresiones de aquella mañana en un cuaderno y me resultó un ejercicio divertido y casi introspectivo muy útil. Os dejo unas imágenes a continuación.